Entrevista en «Surt de casa»

En Septiembre de 2019, Arnau Martínez me entrevistó para el cultural digital Surt de Casa, a raíz de la publicación de «El museo de ciencia transfomador».  Aquí está la entrevista original, y a continuación la reproduzco en castellano. Como siempre, agradecer a Surt de Casa en general y a Arnau en particular, la  atención prestada al colectivo de los museos de ciencia.

LIBROS: Guillermo Fernández: «El museo debe generar nuevas preguntas»
Fernández publica un ensayo sobre la importancia de la transformación social en los museos de ciencia contemporáneos.

Arnau Martínez,
09/23/2019

Foto: ARNAU MARTÍNEZ

Los museos ya no se pueden conformar en la tarea de conservación, de almacenamiento y de exposición, deben ir más allá. El museólogo Guillermo Fernández (Santander, 1968) lo tiene claro, dice que deben ser «medios de comunicación». Fernández, instalado en Tarragona casi toda la vida, acaba de publicar un ensayo, El museo de ciencia transformador, donde presenta los museos de ciencia como herramientas de transformación social. Apuesta por la tangibilidad, por crear nuevos perfiles profesionales y para renovar constantemente las exposiciones. El autor ha formado parte de Cosmocaixa y ha trabajado en proyectos del Museo Eureka (San Sebastián) o el mc2 (A Coruña), entre otros. También ha hecho ponencias en instituciones destacadas como el Museo Thyssen-Bornemisza o el Campus Gutenberg de la UPF. Actualmente es miembro del Consejo Catalán de la Comunicación Científica. El libro se puede leer gratuitamente on line y desde Surtdecasa hemos hablado con él.

– En el preámbulo ya declaras que los museos son «medios al servicio de la comunicación».
Los museos de ciencia han vivido una evolución, originalmente eran un lugar, una colección; uno iba a mirar, a observar. La función del museo en el siglo XIX era conservar y exhibir, a partir del siglo XX el museo pasa a ser un medio de comunicación, las piezas están al servicio de una narrativa y adquieren una función social educativa. Esta tarea de los museos es relativamente reciente y aún se encuentran en un proceso de transformación. El museo de ciencia debe ser capaz de comunicar con un lenguaje propio.

– ¿A qué te refieres?
Al igual que existe el lenguaje cinematográfico, el de la danza, el oral o el escrito, también hay un lenguaje museográfico. Cuenta con sus características basadas en la tangibilidad de los objetos y de los fenómenos. Existen factores diferenciados entre ver un documental sobre arañas, escuchar una conferencia sobre arañas o visitar una exposición sobre arañas, son tres recursos complementarios.

– ¿Cómo es ese lenguaje museográfico?
Se basa en un gran activo, la tangibilidad. Parece paradójico con la cantidad de recursos tecnológicos que tenemos, pero los museos custodian piezas, objetos reales. También podemos ofrecer experiencias y recrear una nube real, por ejemplo; esto también es tangible.

– Con la tecnología se ha hablado a menudo del museo interactivo, ¿se ha abusado en los últimos años?
¡Por supuesto! Se ha confundido la interactividad con la manipulación. La palabra ya es inadecuada porque salió como contrapartida a la rigidez del museo más tradicional. Cuando hablamos de interactividad nos referimos a tocar y no se trata de eso, sino también de sentir y de pensar. A finales del siglo XX surgió el eslogan «prohibido no tocar». Pienso que es incompleto, se debería añadir «prohibido no sentir y prohibido no pensar».

– En el libro haces una reflexión sobre si el museo contemporáneo debe hacer preguntas o dar respuestas.
El museo debe generar nuevas preguntas, el lenguaje museográfico funciona porque crea un estímulo. Un anuncio publicitario de un coche no nos da mucha información, nos ofrecen cuatro pinceladas para estimular nuestro interés, luego nosotros ya buscaremos a través de otras vías información sobre el coche. Una buena exposición no debe ser una experiencia demasiado intensiva, pues hoy en día las personas dedicamos un tiempo muy limitado a cualquier cosa. Debe provocar preguntas y el visitante ya ampliará el conocimiento si quiere.

– En un momento que avanza tanto el conocimiento, ¿los museos han de renovar la museización más constantemente de lo que lo hacen?
Sí. Los museos tienen una dinámica muy curiosa, hacen una musealización y la van explotando, va envejeciendo y cuando han pasado diez años es cuando se da por amortizada. Entonces se hace una reforma integral. Los museos deberían tener una renovación constante, como la cocina de un restaurante, innovando y evolucionando.

– ¿Y qué hacemos con las piezas que conserva el museo?
La función de conservar debe existir. Es una tarea que tradicionalmente se les ha confiado a los museos y éstos aportan una gran cantidad de recursos humanos y económicos a esta función. La pieza debe ser la excusa, complementándose a la experiencia.

– ¿Este nuevo museo contemporáneo necesita nuevos perfiles profesionales?
Primero hay que dar forma a este nuevo perfil profesional, con una formación adecuada a los museos de ciencia. Se trata de una profesión que empieza. El conservador seguirá existiendo, pero si ahora queremos comunicar, no podemos delegar esta función a cualquiera. Los próximos años seguro que saldrán estudios y formaciones ad hoc a este nuevo perfil.

Cada día se tiende más a entender la cultura como una herramienta de transformación social, ¿cómo se extrapola esta idea en el museo contemporáneo?
Hoy en día, la educación no la podemos reducir a la etapa escolar. Nos encontramos en un momento en el que tenemos muchos recursos a nuestro alcance, pero al mismo tiempo, hay mucha paja. Debemos saber discernir y el museo debe ayudarnos. Antes hablábamos de que los museos deben generar preguntas, estas deben hacernos ciudadanos críticos y nos tienen que dar la oportunidad de transformar el mundo. Tenemos muchos datos y el museo nos debe aportar una alfabetización científica.

– ¿Cuáles son los retos actuales de los museos?
Te diré tres. El primero es el formativo, ya hemos hablado antes. El segundo es la atracción de nuevos públicos, sobre todo los jóvenes. No es cierto que los jóvenes no se acerquen a los museos, a menudo van, pero no se encuentran bien recibidos. Y en tercer lugar, el aspecto económico, están infrafinanciados.

– Sobre la cuestión de la financiación, ¿ves futuro en el museo privado?
Es complicado, en Estados Unidos funciona, pero un museo privado es como una empresa, debe obtener unos beneficios económicos. Esta idea choca con la del museo como elemento transformador social.

– Justamente, el libro haces un símil entre los museos de ciencia contemporáneos y las entidades del tercer sector.
Los museos contemporáneos quieren transformar la sociedad, al igual que las entidades del Tercer Sector. Así pues, los museos deben buscar los recursos de la misma manera que lo hacen estas entidades. La mayoría de los recursos de las ONG provienen de capital privado.

– Volviendo a los retos. Llamabas atraer a los jóvenes, algunos de ellos sienten la palabra museo y ya aburren …
Esta cuestión es clave y muchos directores y gerentes se la plantean continuamente. Los jóvenes quieren comunicarse entre ellos y se apuntan otras dinámicas, pero también está comprobado que luego ellos mismos volverán al museo en la etapa adulta. Debemos ofrecer algo alternativo a los jóvenes para que no se produzca este tiempo de impasse entre el momento en que son niños y vienen con los padres o la escuela, y cuando luego vuelven de adultos.

– ¿Y qué tienen que ofrecerles los museos?
Por ejemplo, si observamos los jóvenes están enfrascados en las nuevas tecnologías y las redes sociales. Personalmente, apuesto por que los museos ofrezcan justo lo contrario. Hay que potenciar el aspecto tangible que decíamos al inicio. Tenemos que ofrecerles un diálogo, una conversación, una experiencia que no encuentren los canales digitales que utilizan habitualmente.

Más información:
Web El museo de ciencia transformador

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